Nicaragua vivía horas de profunda tensión ayer con miles de personas manifestando en las calles contra el presidente Daniel Ortega y a un día de cumplirse un plazo dado por la iglesia católica para que el gobierno cree las condiciones para iniciar un diálogo que luce esquivo.

Los bloqueos de carreteras y marchas continuaban en ocho departamentos, incluida la capital, donde miles de personas se desplazaron a Masaya, 30 km al sur, que el sábado sufrió horas de “terror y zozobra” ante una feroz represión.

Los obispos demandaron el viernes a Ortega que previo al diálogo permita el ingreso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cesar la represión, retirar a grupos paramilitares y no obligar a empleados públicos a acudir a manifestaciones partidarias.



Dialogo en vilo

El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, miembro de la comisión que prepara el diálogo, escribió en Twitter que el secretario de la CIDH, ha dicho que no han recibido la anuencia del gobierno para venir a Nicaragua.

El Centro Carter, que envió a un equipo al país centroamericano, llamó el sábado a Ortega, a través de Twitter, a detener la violencia y la represión y “demostrar buena voluntad de ir al diálogo”.

En este escenario el Ejército instó en la medianoche del sábado a “detener la violencia y otras acciones desestabilizadoras”, y se declaró a favor del diálogo con mediación de la iglesia católica.

Durante 25 días de protesta Ortega se ha dirigido a la nación cuatro veces, la última el sábado en medio de los disturbios en Masaya, para enviar un mensaje a través de una llamada telefónica de un minuto transmitida por los medios oficiales.

“Queremos reiterar el llamado y el compromiso de ponerle fin a la muerte y la destrucción. Que no se siga derramando sangre de hermanos”, dijo el mandatario.

Las protestas, que iniciaron estudiantes el 18 de abril contra una reforma a la seguridad social, dejaban un saldo de 52 muertos.